domingo, 3 de marzo de 2013


Siempre que entramos en una etapa de problemas, las sociedades lanzan una “pléyade” de espabilados en medrar en el huerto ajeno a los que, para darles un cierto aire de solemnidad, les denominan gurús que, por cierto, los hay casi para cualquier cosa. Para ayudar a que comprendan el tema, voy a empezar por determinar qué es un gurú. Un gurú es en el origen de la sociedad que lo instituyó. Utilizando su lenguaje sánscrito, "un maestro espiritual". En los aspectos empresariales (voy a evitar los emocionales), que es el tema que más me interesa destacar aquí, se supone que es un maestro pero en el conocimiento sobre temas empresariales. Pues bien, no es nada fácil llegar a serlo, aunque muchos de ellos se crean que tienen las virtudes para ello.


Hoy, y gracias a la facilidad de comunicación de las redes sociales, se han multiplicado de una forma preocupante, en cualquier medio de comunicación, red social, prensa escrita y, aún más, con la proliferación de los "blog" en internet, tenemos un montón de adivinadores de la cosa, que con toda la buena voluntad, seguro, tratan de darnos pautas para afrontar con mayor o menor eficiencia los problemas que nos acosan y soluciones a los futuros problemas que nos puedan venir.


Centrándonos en el del tema empresarial de nuevo, y concretamente en el de los emprendedores (como no podia ser de otra manera) también se esta llenando la partida. Todo el mundo se está volcando con los emprendedores; Gobierno, Comunidades Autónomas, entes sociales, ya sean a través de sus centros oficiales o bien a través de los cursos de formación. Al amparo de todo ello, aparecen una multitud de profesionales que, con buena voluntad y poca realidad, tratan de acompañar a los emprendedores y sus proyectos adivinando como les va ir en el futuro.


Es muy posible que en este tema de los gurús nos encontremos con alguien de características egocéntricas o, por el contrario, alguien muy blandito (soft), pero en mi opinión (y sigo sin salirme del ámbito empresarial) no basta con un título para arrogarse sabiduría con la que aconsejar a empresarios o emprendedores.


En mi opinión, hay que distinguir entre asesores profesionales que, haciendo un gran esfuerzo y con una formación constante y una gran experiencia práctica que mejoran día a día, se centran en una o dos especialidades funcionales, llegando a ser muy buenos asesores en su especialidad, pero no gurús. Para esto último se tiene que reunir formación, experiencia y una gran inteligencia racional y emocional. Así debe de ser para manejarlo todo con sentido común.


Conozco a un profesional de estrategia de marketing al que, sin temor a equivocarme, podría considerar un gurú por su gran inteligencia y experiencia y, sin embargo, no cuadra para nada en lo que podríamos definir como tal por faltarle un requisito también necesario en este ámbito: la empatía empresarial. Pero si de verdad quieren saber lo que es un gurú, rebusquen entre las estanterías empresariales a diversos autores, empezando por el imprescindible Peter Druker, reconocido como el padre de la ciencia de gestión empresarial, y verán que no es fácil que haya muchos así y esto lógicamente pone muy difícil para la mayoría de emprendedores conseguir que uno de ellos lo atienda.


Todos necesitamos maestros que nos puedan conducir hacia el objetivo, tratando de equivocarnos lo menos posible. Lamentablemente, en esta época de excesos también hemos abierto la mano a dejar que cualquiera que tenga "un pico de oro" pueda ser considerado como gurú.


No os equivoqueis en el diagnóstico, el gurú es tremendamente escaso como casi todo lo excelente, asi que, descartando lo excepcional, sólo queda gente espabilada que, con muy buena voluntad, nos puede conducir a ver nuestro proyecto de una manera irreal.


Miren, yo no soy un gurú, ni siquiera aspiro a ello, así que les voy a recomendar mi axioma de trabajo que, desde la más humilde de las perspectivas aunque muy equilibrada, me ha dado grandes resultados; trabajo, paciencia y tenacidad. Quiero dejarles claro desde este mismo momento que me ha servido a mí y que es posible que no les sirva a ustedes, pero estoy seguro que ninguna de estas tres cosas les van a perjudicar si lo intentan.

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